lunes, 21 de mayo de 2012

PURO (Julianna Baggott)


SINOPSIS:

Pressia apenas se acuerda de las Detonaciones y menos todavía de como era la vida en el Antes. En el armario donde duerme, entre los escombros de una antigua barbería, piensa en como el mundo se transformó en ceniza, polvo, cicatrices, quemaduras y cuerpos dañados, fundidos con objetos extraños. Están aquellos que se escaparon del apocalipsis sin daño alguno, los Puros. Viven a salvo, dentro de la Cúpula que protege sus vidas, seres superiores y sanos. Pero Perdiz, cuyo padre es una de las personas más influyentes de la Cúpula, se siente solo y aislado. Cuando por casualidad escucha unas palabras que le indican que su madre podría continuar viva, Perdiz lo arriesga todo, incluida su vida, para salir a buscarla. Y ahí es cuando se topará con Pressia.


RESEÑA:

Bueno, hoy vuelvo con una novela distópica. Puro no tiene nada que ver con la novela anterior, ahí donde vemos el lado más animal del ser humano, aquí respiramos por primera vez el aire viciado que su presencia crea en ocasiones. La contaminación y las enfermedades llevan al mundo entero a una catástrofe brutal. Tras unas bombas, cuya naturaleza es desconocida, aunque esta más o menos escrito que son biológicas-moleculares, el mundo tal y como se conoce se sume en oscuridad, polvo y cenizas. Tan solo existe un lugar donde se conserva la pureza y pulcritud, La Cúpula. Dentro de ella viven aquellos afortunados que consiguieron librarse de la lluvia de bombas. Entre las paredes de la cúpula reina el orden y la sumisión. Todo es perfecto, puro, pero sin embargo bajo esa capa blanca hay más de uno que debería limpiarse. La intriga política, los complots, los inventos y demás progresos de la cúpula nos muestran que incluso en el mejor lugar hay algo malo ocultándose. Aquí es donde vive Perdiz, uno de los protagonistas de la novela.

Perdiz es un chico de diecisiete años que no se encuentra a gusto en su nuevo hogar. Es el hijo de la persona más influyente de la cúpula, pero a veces eso no es una ventaja. La relación entre padre e hijo me pareció una de las cosas más reales, como se soportan de alguna manera intentando convivir. Perdiz lucha por diferenciarse de su progenitor, intenta ser el mismo. Tras la muerte de su madre y su hermano mayor, Perdiz a penas ve a su padre, pero en la corta visita que le hace al principio del libro podemos ver la situación entre ellos dos. Sin embargo, el lazo con su supuesta madre muerta es tan fuerte que hasta el lector se siente impulsado a abandonar la cúpula. En la incansable búsqueda del chico vemos un amor tan intenso que solo se puede sentir por aquella persona que te ha traído al mundo. En la forma que el resto de personajes reacciona ante su búsqueda se ve como de importante es para todos esa figura materna. Una figura que se ve representada de otra manera, un poco escalofriante, en mitad del libro. Pero mejor os dejo que lo leáis. Por otro lado la inexperiencia de Perdiz frente al nuevo mundo de fuera es tan real que hay momentos en que llega a ser adorable. El chico está perdido, no tiene ni idea de que hacer y aún así no se rinde. Perdiz sabe lo que es la lealtad y no duda en ayudar a aquellos que le han ayudado, ni de sacrificarse por aquello que le importa. Una de las frases que más me gusta relacionadas con este personaje es:

-Habría sido esconder la verdad. Mi cuerpo es la verdad, es la historia.
- No tiene por qué ser así.
-¿Qué te ha pasado?
- Hice un pequeño sacrificio.
- ¿Quieres recuperarlo?
- No.
- Entonces  a lo mejor puedes entenderlo.

En la novela la autora presta mucha atención al hecho de que no todo es lo que parece y que la belleza no siempre está en las cosas puras e impolutas, sino que hay belleza más allá. 

- Es bonita la cicatriz. – le dice el chico.
El corazón le da un vuelco y se lleva la cabeza de muñeca al pecho.
- ¿Bonita? Es una cicatriz.
- Es una señal de haber sobrevivido.

La autora también se centra en la importancia de saber seguir adelante. Uno de los personajes que mejor representa está idea es Bradwell. El joven ha pasado mucho tiempo solo, aprendiendo a vivir y sobrevivir por su cuenta. Una vez dice que si ha sobrevivido tanto es porque no tenía ningún lazo con nadie, nadie le hacía de peso. Sin embargo en cuanto la protagonista, Pressia es capturada, él lo da todo por recuperarla, hasta aliarse con un puro. La relación entre Perdiz y Bradwell es compleja. Hay ratos que vemos como están a punto de lanzarse el uno sobre el otro, y otros en que no actúan a no ser que ambos estén de acuerdo. 
Bradwell es decidido, algo petulante a veces con sus historias de conspiración, pero enseguida atrapa al lector. Es de esa clase que oculta lo que de verdad es y actúa bajo una fachada. Él, al igual que el resto de personas fuera de la cúpula, tiene el cuerpo fusionado con algo, en su caso, unos pájaros en la espalda. Esto lo remarco porque en el libro los personajes describen las fusiones como atroces, mal curadas, etc. Sin embargo con la espalda de Bradwell no leemos ese tipo de descripción. La mayor parte del libro se lo pasa con la espalda cubierta, por lo que los demás no pueden ver los pájaros, pero sí los perciben, como aletean. En cuanto se describe la fusión, creo que es Cressia, se hace de manera relajada, como si fuera una de esas obras de arte moderno actuales. Y eso me lleva de nuevo al tema de la belleza. ¿Qué puede haber de bello en las fusiones del cuerpo con trozos de chatarra o seres vivos?

La protagonista (ahora si voy a hablar de ella) tiene por mano una cabeza de muñeca, un juguete suyo de cuando era niña. La chica se esfuerza mucho por esconderla, con un calcetín y la manga, sabe que forma parte de ella, pero aún así siente la necesidad de esconderla. Tanto Bradwell como Perdiz le hacen ver, a través de gestos y palabras que no hay nada de lo que avergonzarse. Uno de los momentos que más me gustan es cuando Perdiz le coge de la cabeza de muñeca y ella piensa que la va a alejar, y en su lugar el la aprieta para darle ánimos y no la suelta. Es una bonita manera de mostrar que el ser diferente no tiene nada de malo. Pero volviendo al tema de Cressia. La chica siempre ha vivido en las afueras con su abuelo, pero todo cambia cuando cumple dieciséis. Desde el conocer a Brandwell en una reunión clandestina hasta tropezar con Perdiz y salverle la vida, todo eso le cambia. Ella es algo asustadiza, pero firme en sus sentimientos de proteger a quien la necesite (corre delante de una bestia con tal de salvar al hijo de una desconocida). Está también a la defensiva, y eso se ve cuando habla con Brandwell. Tiene la cabeza fría, sabe como debe actuar y que es lo adecuado en decir. Esto le salva en más de una ocasión. Cuando encuentra a Perdiz lo salve y se esfuerza en que él vea que la necesita, pero a mi me parece quien de verdad necesita a alguien es ella. Al tiempo esa primera necesidad de hacer que él dependa de ella cambia. Quiere ayudar a Perdiz, casi la matan por ello. SU relación, aunque al principio parece que va ha ser de romance, acaba convirtiéndose en algo parecido a lo que se siente entre hermanos. Cariño y protección. 
Ahora bien, Brandwell es otra cosa. La molestia del principio se trasforma en algo más, algo que al parecer es correspondido. Tienen una relación apasionada (no en ese sentido), dan todo el uno por el otro y crecen al hacerlo. 

La novela nos muestra las cosas tal y como son, sin tapujos o descripciones bubónicas.  No hay dulce que neutralice el sabor amargo de la realidad que viven Cressia y sus amigos. Las cosas son así, no son bonitas, pero es lo que hay. Esto es una de las cosas que más me ha gustado de la novela, sinceridad pura y dura. Así que no lo dudéis, coger el libro y sumergiros en este mundo de ceniza y extraña belleza. 

Como añadidura os comento la escena que más me ha gustado y porque. No sabía donde situarlo, así que lo pongo aparte.
Hay un momento en que los tres chicos, Cressia, Brandwell y Perdiz, se dan cuenta que ella tiene puesto un chip de rastreo. Quien en ese momento los tiene presos le ordena a Brandwell que se lo quité,  y le proporciona todo el material. Cressia tiene miedo, igual que Perdiz y Brandwell, pero no se queja (al menos no cuando se da cuenta de que es necesario).  La chica se tumba en el suelo boca abajo y deja que su amigo le retire el pelo para inspeccionar la zona, el cuello donde lleva el chip. Perdiz dice que él no quiere verlo y se aleja, pero cuando Brandwell nota que de verdad va ha hacerlo le pide que le ayude y Perdiz lo hace. Entre ambos sujetan a Cressia, quien al notar la punta del cuchillo en su cuello se remueve.  En los momentos previos a la incisión, Cressia dice como las manos de Brandwell se mueven con delicadeza, con miedo a hacerle daño. Para mi, Brandwell está más asustado que la propia chica, tiene miedo de hacerle daño ya que  la zona es peligrosa, pero sabe que debe hacerlo. Se arma de valor y lo hace, sin vacilar, intentando ser preciso y no hacer demasiado daño. Eso demuestra como de maduro es, sabe que es lo mejor y sabe como hacerlo, así que no se hecha atrás. ¿Cuántos chicos le estirparian  un chip a su amiga en una habitación mugrosa? Perdiz tampoco se queda  atrás. Él es el primero que no quiere verlo, pero se adelanta y ayuda cuando el otro chico se lo pide.  Hay que ser fuerte para vivir una situación así. ¿Qué queréis que os diga? Me ha marcado la unión entre los tres, como se compenetran y ayudan entre si. 



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